gentiles, para poder ser salvos, tenían que circuncidarse y obedecer la ley mosaica. Estos hombres estaban asociados con la congregación de Jerusalén, pero no contaban con su autorización (Hechos 15:24). Estos maestros se identificaban con los fariseos (Hechos 15:5) y eran falsos hermanos que querían privarles tanto a creyentes judíos como a gentiles de su libertad en Cristo (Gálatas 2:1–10; 5:1 en adelante). No sorprende que hubiera algunos de la iglesia de Jerusalén que abogaban firmemente por
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